Un saludo a los maestros, a los verdaderos “maestros”, más allá de los niveles en que se desempeñan.
A todos aquellos que han elegido la profesión de educar porque viven en su interior la vocación para hacerlo.
A todos los que se desviven cada día por mejorar –en todos los sentidos– la vida de cada uno de sus alumnos.
A los que han optado por esta única profesión, más allá de las postergaciones, desvalorizaciones e ingratitudes.
A todos los que nunca les fallan a sus alumnos, porque están siempre frente a ellos y con ellos, aprovechando el tiempo compartido del enseñar y del aprender.
A todos los maestros que saben disimular sus problemas personales para hacerse cargo de los problemas de cada estudiante, problemas que aparecen en sus palabras o se insinúan en sus miradas o en sus conductas.
A los maestros que saben demandar, pedir, exigir, y al mismo tiempo se juegan enteros en el cumplimiento de cada una de sus obligaciones.
A los verdaderos maestros que confían en su poder y en su tarea, pero son lo suficientemente humildes como para saber que no todo depende de ellos.
A los que suman a sus estudios y su perfeccionamiento, su mirada y su reflexión crítica con capacidad de ver un mundo y un futuro diferente.
A los que recién comienzan y disfrutan de sus primeros logros y lamentan sus fracasos iniciales.
A los que generan comunidades de trabajo armónicas y capaces de sumar esfuerzo por el bien de los alumnos.
A los que siguen peleando cada día, a los que honran a la educación y a la vida, a los que siembran a pesar de la cosecha esquiva.
¡A todos ellos vaya el saludo agradecido en el Día del Maestro! Porque son ellos los que honran y le dan sentido a la educación.
¡FELIZ DÍA A TODOS LOS MAESTROS !